Mis hijos, mis hijos, mis hijos
son desde la mañana a la noche
el rezo místico que todo lo revela,
son la verdad dentro de las certezas
a donde moran las respuestas
de todos los misterios y dudas de la existencia...
El puro amor, el puro puro amor
que se esparce con su brillo
más que el sol y todas las estrellas.
Al mirarlos, al contemplarlos
el arcoíris completo se dibuja dentro de mi casa,
y sus voces agudas de palabras espontáneas
reparten tan genuinas manifestaciones de luz
que les sale del corazón sin cátedra ni filosofía barata
ni con aureolas, ni alas de otros mundos...
Son reales y por aquí corretean,
desde que salieron de mi cuerpo
y crearon un jardín fuera de mi ombligo.
Aquí mis hijos están desordenando todo a su paso
y así ponen orden a mi vida
con tanto despojo, con tantas carcajadas, besos, canciones,
que con la presencia de ellos me basta para adorar
al mundo, al submundo, al cielo y al infierno.
Con ellos me basta para seguir andando
sin mirar hacia donde pongo mis pies
sino hacia donde ellos marcan sus huellas...
Adoro y bendigo cada uno de sus pasos,
sus pasos de pies pequeños que descalzos embellecen los caminos
que los demás trazamos con pereza
por tanta insistencia en poner los pies sobre la tierra
áspera, seca y sin agujeros adonde plantar las flores
que mantienen vivo al jardín del niño que uno siempre fue...
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1 comment:
Me encanto !!! Dulce realidad q'no se olvida........
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