Saturday, March 17, 2007
en busca de la identidad perdida
Le pagaron un salario indigno y volvió a su casa en medio del lodo, con los quinientos mangos correspondientes. No dijo nunca nada y siempre trabajó indignamente dentro de casas muy perfumadas y bendecidas por el Papa. Una vez encontró una luz al final del túnel, justo cuando se estaba olvidando de su propio nombre. Y así murió... con dignidad.
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