Ahhhhhh... se quedó pronunciando una letra A en un grito agudo hasta romper los vidrios y esfumarse a través de ellos, para alcanzar el sendero que siempre miraba tras la ventana como un sueño lejano, como un deseo atrapado en el deseo. Allí salteando puentes, y caminando sobre el agua iba el soñador con su letra A destapada desde las entrañas... Nunca encontró el final del camino, así que después de subir mil montañas y de colgarse de cientos de nubes, se dio cuenta que de tanto andar la A sonaba como una O, y al final del final estaba parado frente al espejo de su baño, en silencio mordiendo su almohada redonda de toda la vidA, que le pareció demasiado cómoda como para soltarlA.
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