Se han olvidado de mi las calles vecinas
adonde alguna vez encontré una estrella solitaria
que escondí en un bolsillo de mi pecho
y que brillaba con tibieza
y me abrazaba en mi silencio
Esta mañana noté que ya no estaba
y aunque el sol se pegó a mi ventana
no le exigí que me lo explicara
y todo me pareció que se esfumaba en solitario
dejando un calor abandonado
en un rincón de lunas histéricas
y árboles furiosos
que me apagan cierto brillo
y me confunden con una tormenta.
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