Wednesday, June 21, 2006

Sara (por sus dos años de fallecida, jamás muerta)


Sara... la abuela de los buñuelos caseros, la de los brazos abiertos, la de la sonrisa constante, la que amontonaba sillas por toda la casa, la que juntaba souvenires, la que se sentaba a cortar duraznos machucados bajo el sol para dejar la parte jugosa y amarilla en los platos de lata pintados con diseños de flores o frutas... Allá en la quinta de los portones abiertos donde solía separar lo añejo de lo nuevo, a donde sabía convivir con lo bueno y lo malo... No se ocultaba, era transparente con su manera de ser y por esto era una mujer libre. Que nadie la desviara de su andar, pues ella caminaba como quería caminar... incluso en su bicicleta que todos ya le pedían que dejara estacionada... Ella seguía con sus setenta y pico pedaleando, sonriendo, leyendo, pensando, era sensible la abuela Sara y no tenía miedo de decir las cosas de frente y de peguntar cualquier disparate o cosas mas serias. O de vaciar la panera en su cartera en el bar a la sonrojez del resto. La abuela se fue con noveinta y pico, pero aquí se quedó en la memoria de quienes la tuvimos cerquita y pudimos sentirla y aprender de ella. Me quedé con su último adios... ella sentada con su maquillaje abizmal y abrigada con su camisón de toda la vida... atrapando a Lucía como me atrapó a mi en esta foto en nuestro primer encuentro inolvidable en Río de Janeiro(vale la pena observar como Sarita retocó la foto) Pienso en su silencio: el dolor poco hablado de la pérdida de un hijo, de los sufrimientos generados por su marido, de esas cosas que uno calla porque no sabe como nombrarlas y quizás la abuela pudo parecer evasiva... pero la abuela en realidad sabía que la vida era dura... ya lo había aprendido en su Pampa querida, la cual describía con enorme melancolía y deslumbraba con sus anécdotas junto a su "mamina" que también supo ser una mujer luchadora afrontando la vida del campo en la viudez. Sara es muchas cosas buenas, más de las que había imaginado.

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